EL INFINITO EN UN JUNCO.
LA INVENCIÓN DE LOS LIBROS EN EL MUNDO ANTIGUO. IRENE VALLEJO (2019)
Hablar de los placeres de la lectura resulta ingenuo, porque a estas alturas de la circunstancia, tanto para aquellos que la han disfrutado como para quienes no abrieron nunca más un libro después de la ESO saben lo que supone enfrentarse a un objeto que contiene los cimientos de la cultura moderna.
Por este motivo, el subtítulo de este ensayo resulta tan evidente desde los dos puntos de vista; la creación del libro nos remonta, dentro de los parámetros de la cultura occidental a Grecia y Roma y a toda una serie de nombres épicos en technicolor: Alejandro Magno, Aristóteles, Marco Aurelio, Cleopatra, Julio César, Constantino, Quintiniano, Séneca... Estos personajes abren una vereda mitológica que acabó por convertirse en mitomanía, siendo el libro el único formato de difusión masiva.
Tal y como nos propone Irene Vallejo, viajemos a nuestra infancia -sin importar que te hayas quedado en ese estado de ignorancia permanente- y probablemente encontrarás recuerdos en los que un adulto te contó historias de niñas con problemas de crecimiento, niñas esclavas, vientos de estaciones con una campanilla de plata... Sin importar demasiado el argumento de aquellas historias, debemos tener presente que el ejercicio de la lectura ha sido constante en nuestra formación.
Lo más interesante vendría después, cuando queríamos imitar a esos adultos cogiendo un libro e intentando balbucear aquello que estaba en su interior.
Descubrir que los documentos audiovisuales almacenados en cintas VHS que tus padres guardan con una mezcla de orgullo e indiferencia sobre tu vida equivalen a siglos y siglos de aprendizaje cada vez más refinado puede llegar a estremecerte. Y aún más espeluznante: el ejercicio de lectura se modernizó desde la "viva voz" hasta el ensimismamiento. De esta manera, se constata que aprendemos con la boca cerrada y, aunque no sea la única fase por la que adquirimos conocimiento, eso es importante para seguir siendo esponjas.
Pocas personas considerarán interesante-yo no me encuentro entre ellas- la evolución del formato libro desde los pergaminos hasta el libro convencional pasando por los códices y las cuartillas, pero Vallejo debe explicar este proceso para proyectar una cuestión interesante -ahora sí- del mundo de los libros: el hombre es codicioso y perezoso al mismo tiempo que avaro -que no nos pille el Capitalismo en bragas- ,y ha conseguido un objeto cuyo significado connotativo tiene múltiples acepciones, pero en todas ellas se sitúa al poseedor del libro un lugar más alto que otro que carezca de él. De ahí proviene El infinito en un junco.
Uno de los motivos por los que recomiendo este libro es porque funciona perfectamente como rito de iniciación a aquellos que no pertenecen al mundo literario. Son precisamente esas personas, acordes a un sistema que fomenta las limitaciones del juicio crítico, las que necesitan encontrar los patrones perdidos en lomos a medio cuartear. Podríamos hablar de justicia poética al recomendar El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo. Es un ensayo para los que nunca leyeron, de ahí su natural y merecido éxito.
